// 29.01.2016 - 15.03.2016 / Sala CUB

Los 13 del Sidrón


Seis años después del descubrimiento en 1994 de dos hemimandíbulas por cuatro espeleólogos gijoneses, comenzó una investigación que ha supuesto un antes y un después en nuestro conocimiento sobre Homo neanderthalensis en la península ibérica.

De momento, hemos exhumado en El Sidrón más de 2100 restos óseos de esa especie y unos 300 artefactos líticos que conforman una singular colección tras quedar atrapados, después de una gran tormenta, en el interior de un peculiar sistema kárstico formado entre dos litologías diferentes: conglomerados y areniscas neógenas. Hemos denominado a ese lugar como la Galería del Osario. Después, un cúmulo de circunstancias muy favorables ha permitido su extraordinaria conservación porque enseguida quedaron cubiertos por sedimento y no fueron alterados por la acción de los carnívoros, roedores u otros agentes; e inmediatamente comenzaron a fosilizarse.

En 1999 se formó un amplio y acreditado elenco de investigadores de disciplinas y técnicas analíticas diferentes para llevar a cabo el estudio y la interpretación del registro arqueológico y antropológico que ha aparecido desde la primera campaña arqueológica en el año 2000.

Así, desde diferentes perspectivas hemos ido contestando una serie de preguntas que nos hicimos al comienzo: ¿cómo llegaron los restos a la Galería del Osario?; ¿qué cronología tienen?; ¿cuáles son las características de los fósiles humanos, desde todos los puntos de vista posibles?; y ¿qué relación hay entre esos fósiles y los artefactos asociados a ellos?

La exposición Los 13 de El Sidrón desgrana los resultados obtenidos que, a veces, ha sido complicado visualizar. Pese a ello hoy podemos avanzar un escenario coherente con el material que ha ido surgiendo. De un húmero de aquí, de un cráneo de acá, de un molar de allá, hemos podido establecer que eran trece individuos, sus edades, que usaban palillos y, en muchos casos, incluso su sexo. Sabemos que uno de ellos tuvo un potente dolor de boca; una mujer madura era pelirroja; otro tenía el grupo sanguíneo 0; eran las mujeres neandertales las que se desplazaban y cambiaban de grupo; y, de momento, los neandertales y nosotros, los sapiens, nos diferenciamos en unos ochenta y tres genes. También hemos descubierto que unos neandertales tomaron unos cantos de sílex del entorno, los manipularon y con ellos procesaron los cadáveres cuyos restos hemos localizado.

En definitiva, tras varios años de estudio empezamos a vislumbrar una imagen cuya característica más sorprendente es la proximidad entre ellos, los neandertales, y nosotros, los sapiens.

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